Soy profesor investigador y escritor. Quizá el único Ph.D de mi vereda —Charquira— y de mi municipalidad —Carmen de Carupa—. Probablemente uno de los pocos académicos de mi departamento —Cundinamarca—, que ha alcanzado ese logro, otorgado en Derecho Público, por la Universidad de Zaragoza-España. Por ser sobreviviente de la violencia, me considero un desplazado con suerte. “Antonio, esta noche no te quedes en la casa. Vete al monte con tus hijos, porque esta noche te caeremos”. Era la advertencia que le hacía, una y otra vez, un primo hermano de mi padre, que formaba parte de una banda paramilitar de la época. Entonces, en Colombia estaba en pleno furor la Violencia de los años 50 del siglo XX, de la que nos salvamos mi padre, mis hermanos mayores y yo.
En mi vereda cursé, día de por medio con las niñas de mi generación, el primer año elemental. Mi primer desplazamiento lo hice a Ubaté, capital de la provincia del mismo nombre, donde terminé los estudios de primaria. El segundo paso de mi desplazamiento lo hice a Zipaquirá, ciudad en la que adelanté estudios pedagógicos, obteniendo el título de Normalista Superior. El tercer desplazamiento lo hice a Bogotá, después de haber recorrido buena parte del departamento de Cundinamarca. En Bogotá adelanté estudios de derecho, obteniendo el título de abogado. Mi último desplazamiento lo hice a Zagagoza-España, para coronar un sueño académico, que acaricié desde mi adolescencia: Ph.D
En mi adolescencia y juventud milité siempre en el ala izquierda o progresista del liberalismo colombiano. Acompañé a Alfonso López Michelsen en la campaña presidencial de 1974. En ese año fui elegido Diputado a la Asamblea de Cundinamarca y concejal de Carmen de Carupa y Ubaté. Al igual que muchos liberales, me sentí defraudado, por cuanto López gobernó más con el programa de Álvaro Gómez Hurtado que con los ideales liberales. Entonces escribí: