En el actual debate político, la inmensa mayoría de los precandidatos presidenciales y muchos de sus seguidores, tienen como único programa y argumento atacar a Petro para señalarlo, caricaturizarlo y deslegitimarlo.
Para que Petro tenga éxito en su gobierno, necesita tres instrumentos: un buen Congreso, un buen gabinete y una coalición política sólida que lo acompañe durante todo su cuatrienio.
Mientras que el Partido Liberal, transitó desde los años ochenta del siglo XX por el camino de una lenta agonía, Petro, desde la misma época, ha recorrido una vigorosa senda progresista.
La autobiografía de Petro es un relato de lucha, trabajo, sacrificio, victorias y derrotas, exilios y retos, amores y desamores, como la vida de millones de colombianos.
El coronavirus descubierto en Wuhan en 2019 es una criatura que nadie conoce (ni la gente del común, ni los que saben, ni los que gobiernan).
Decir que fue fácil obtener el aval del alto tribunal es una metáfora, porque todos sabemos que detrás de esa sentencia está una larga travesía de Petro.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos —CIDH— no había podido escoger una fecha más emblemática para hacer su visita a Colombia. Hay tiempos y lugares que se convierten en símbolos de la memoria colectiva, porque son aquellos donde los pueblos hacen el duelo de sus muertos.
Reitero la hipótesis que dejé sentada hace tres meses: Petro será elegido presidente de la República el año entrante.
En el momento actual —bueno desde hace varias décadas— el problema a formular es: ¿Cómo gobernar a Colombia sin robar?
Junto con Tirofijo. De cuerpo entero, les presento mi segunda novela sobre el conflicto armado en Colombia, Travesías de sangre.