Presidente Duque, la noche de su victoria, el 17 de junio, usted dijo: “Voy a entregar todas, absolutamente todas mis energías por unir a nuestro país”. Repitió esa idea en El Tiempo, el domingo 5 de agosto. Y, dos días después, en su discurso de posesión, fue más explícito: “Construyamos un gran pacto por Colombia”.
Presidente Duque, aunque no voté por usted, apoyo su propósito. Pero, para lograrlo, serán necesarias al menos dos premisas: auxiliar la justicia en vez de dudar de ella; y, convocar a los implicados en el gran pacto y concretar los temas.
Con motivo del llamamiento a indagatoria al senador Uribe por la Corte Suprema, usted declaró que creía en la honorabilidad de su jefe y que otorgaba la presunción de inocencia. Hasta ahí, su declaración es válida. Pero pedirle a los magistrados que investigan a Uribe, la aplicación del debido proceso y todas las garantías, es presumir que aquellos están prevaricando.
Presidente Duque, en un régimen de poder tripartito, no hay nada que divida más a una sociedad que la interferencia del ejecutivo o del legislativo en la justicia. Entonces, si usted piensa unir nuestro país, permita que los jueces hagan su tarea libres de apremio, presión y desconfianza.
Usted dice que uno de sus principales pasatiempos es la lectura. En esta encrucijada en la que lo metió su jefe, le recomiendo Del espíritu de las leyes. No necesita devorarse los dos tomos de Montesquieu. Ni siquiera todo el primero: sólo el capítulo 6º del Libro XI. Ahí encontrará la esencia del gobierno mixto, cuya génesis comenzó dos mil años antes de que Montesquieu publicara su obra (1748).
Las palabras claves de Montesquieu están en este pequeño trozo: “No hay libertad si el poder judicial no está separado del legislativo ni del ejecutivo. Si va unido al poder legislativo, el poder sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, pues el juez sería al mismo tiempo legislador. Si va unido al poder ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor. Todo estaría perdido si el mismo hombre, el mismo cuerpo de personas principales, de los nobles o del pueblo, ejerciera los tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y el de juzgar los delitos o las diferencias entre los particulares”.
Si ese fragmento no lo convence, busque a Platón: República, Leyes y Político. Le aseguro, que en las formas de gobierno y división tripartita del poder, estos tres diálogos son mucho más que un doctorado en Harvard.
Presidente Duque, desde la época de campaña muchas personas le pidieron desmarcarse de Uribe, por todo lo que en su pasado tiene el caudillo del Centro Democrático. Esa demarcación no resultaba fácil para usted. Pero el tiempo y el propio Uribe –con sus presuntos delitos nuevos de soborno y fraude procesal–, se encargaron de darle una oportunidad de oro: el llamamiento a indagatoria.
Aunque ponga las manos en el fuego por su mentor, deje que los jueces cumplan su función, y, cumpla usted la suya. En relación con la rama judicial, “preste a los funcionarios, con arreglo a las leyes, los auxilios necesarios para hacer efectivas sus providencias” (art. 201, Const. Pol.), incluyendo el llamamiento a indagatoria al senador Uribe, o “presidente eterno”, como usted lo llama cariñosamente.
Presidente Duque, para que el pacto por Colombia no sea puro unanimismo, no lo haga con su gabinete corporativo, ni con los partidos que se han declarado gobiernistas, ni con quienes lo aplauden en los consejos comunitarios. A todos los anteriores usted los representa con gran solvencia. Convoque a los partidos que se han declarado opositores o independientes de su gobierno y a los movimientos alternativos. ¿Los temas? La antítesis de aquellos con los que las élites han gobernado por más de dos siglos: exclusión, represión y exterminio.