El libro Gustavo Petro, una vida, muchas vidas, es eso: un inmenso ramillete de vidas. Las vidas de sus compañeros que quedaron por el camino en su larga travesía, las vidas de su ascendencia familiar, las vidas de las mujeres a quienes ha amado y lo han amado, las vidas de sus hijos y de sus nietos, las vidas de sus rivales y amigos entrañables, los 8034189 de vidas de las personas que de manera soberana votamos por Petro en junio de 2018, entre las que puede haber vidas paralelas. Con su lectura muchos se sentirán tocados profundamente, porque la autobiografía de Petro es un relato de lucha, trabajo, sacrificio, victorias y derrotas, exilios y retos, amores y desamores, como la vida de millones de colombianos.
Confieso que muchas de las escenas dibujadas en sus páginas rozaron mi alma y ¡de qué manera! La Escuela Anexa a la Normal de Zipaquirá donde Petro terminó su primaria fue el laboratorio donde me formé como maestro. Los centros literarios y los concursos de matemáticas o religión, los primeros procesos políticos y el arribo al concejo municipal de la ciudad, fueron semejantes. En la provincia de El Guavio, de donde es la madre de Petro comencé a trabajar como maestro. El narcotráfico y Pablo Escobar, porque yo hice la investigación de la fuga del capo de capos de La Catedral. Guardadas todas las proporciones, la resistencia al paramilitarismo y a Uribe: La pequeña política de Uribe y sus simulaciones (cinco ediciones entre 2005-2010) y la demanda ante la Corte Constitucional de los actos legislativos de la reelección de Uribe. En la primera me derrotaron estruendosamente, en la segunda aceptaron mi tesis de sustitución de la Constitución.
No es fácil hacer un breve comentario del libro de Petro, por la cantidad de temas. Cada uno de sus veinticuatro capítulos y el epílogo es digno de una nota. Es más, cada una de sus 340 páginas y en algunas de estas, un solo párrafo o un concepto darían para escribir un ensayo. En muchos asuntos uno quisiera estar a cara a cara con Petro, para hacer de reportero y pedirle que explique y amplíe tal o cual tema. En otros casos, para controvertirlo, porque uno tiene una visión diferente o con matices diversos.
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Como es natural, según el gusto y el estado emocional del lector se sentirá atraído por uno u otro capítulo. A mí me sedujo todo el libro, pero me conmovieron por distintas razones los temas relacionados con los Petro y el recuento familiar, el proceso de la constituyente y la traición de Navarro, los debates en el Congreso —que son una fantasía—, el temerario encuentro con Castaño —aterrador—, Uribe como vocero y presidente del paramilitarismo, el empequeñecimiento del dueño del Ubérrimo con el debate en el que Petro encarceló al 35% de los legisladores, el deseo de competir de tú a tú con Uribe por la presidencia en 2010, los éxitos alcanzados en la alcaldía de la Bogotá Humana, el cambio climático, la paz y una respuesta al presente. Todos son temas acuciantes a los que habrá que volver una y otra vez para entender mejor la historia de Colombia y la vida del propio Petro.
El epílogo es un poema en el que destacan la teoría económica, a luz de la relectura que Petro hizo de El capital de Marx, el cambio climático y una apología al amor. «¿Qué somos nosotros? Somos viajeros y lo que nos trasciende no es más sino el amor». Así concluye el libro.
Para mi gusto, más allá del contenido de cada uno de los capítulos, Gustavo Petro, una vida muchas vidas, debe ser de lectura obligada para muchas personas. En primer lugar, para todos sus malquerientes de la extrema derecha, que lo tildan de guerrillero y asesino y que lo odian porque investiga y publica sus crímenes, y para quienes sin ser de extrema derecha dicen tener los pasaportes y las maletas listas para salir del país si gana Petro. Según el libro, en rigor socio-lingüístico Petro no fue un guerrillero sino un combatiente político por excelencia y un enamorado obsesivo de la vida y de la paz. Los militantes de izquierda y de movimientos alternativos encontrarán en el libro y en su autor a un émulo del más alto vuelo intelectual, académico y ético y de una disciplina para el trabajo político de antología.
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Unos y otros, tirios y troyanos, tendrán que decir cuando llegue el día: Petro no se encontró la presidencia de la República en un velorio, en un conciliábulo paramilitar o en el señalamiento de un terrateniente, sino que la logró porque es el mejor, el que más conoce el país y el mundo, el que más se preparó para ese oficio, el que más tiene clara la diferencia entre lo público y lo privado. Lo escribí hace diez años en SEMANA.com, cuando querían masacrar a Petro por el tema de las basuras.
Tres categorías de personas más deben tener a Petro, una vida, muchas vidas como libro de cabecera: los padres de familia de niños y jóvenes, porque ahí encuentran el arquetipo de la consagración, de la disciplina y el compromiso, quienes hagan parte de las listas al Congreso por el Pacto Histórico y quienes aspiren a ser sus ministros. Entonces, todos ellos sabrán quién y cómo es Petro, lo entenderán mejor, no lo defraudarán ni lo traicionarán. Esa es la lección que me queda de la lectura de este libro.