Desde hace tres años vengo diciendo que quien llegue a la presidencia de la República el 7 de agosto de 2018 será el que haya conquistado 10 millones de votos, un poquito más o un poquito menos, pues esas elecciones estarán bordeando los 20 millones de sufragios.
Petro les pide a sus electores del 11 de marzo que se multipliquen por tres para ganar en la primera vuelta. Como él obtuvo en la consulta 2.850.000 votos, la multiplicación tendrá que ser por cuatro, cuyo resultado es 10.600.000, mientras que por tres solo alcanza a 8.550.000, cifra insuficiente para remontar el cincuenta por ciento más un sufragios.
Si las urnas son el reflejo fiel de las plazas públicas, Petro debe ganar en la primera vuelta. En este siglo no se había visto un fenómeno de comunicación política tan determinante como el que se presenta hoy entre Petro y los diferentes actores sociales.
En la primera mitad del siglo XX el ídolo de las multitudes fue Gaitán. En la segunda mitad, los referentes son López Michelsen con su Movimiento Revolucionario Liberal en los años sesenta, Rojas Pinilla con la Alianza Nacional Popular en los setenta y Luis Carlos Galán con el Nuevo Liberalismo en los ochenta.
De López de los años sesenta sólo tengo la referencia. De Rojas, fui testigo circunstancial: entre dos y cuatro veces al día mi paso era obligado por la carrera 10 con calle 6, donde tenía la sede nacional. Las semanas previas a las elecciones del 19 de abril de 1970 había colas de varias cuadras de gentes humildes interesadas en adquirir su carné de militante, único documento que los acreditaría ante el poder.
A Galán lo acompañé personalmente, desde la fundación del Nuevo Liberalismo hasta la noche de su muerte. Por lo tanto, vi las plazas llenas en Barranquilla, Bucaramanga, Villavicencio, Bogotá y Soacha, entre otras. Sin embargo, salvo una manifestación en la Plaza de Bolívar de Bogotá, en abril 1982, que fue convocada por el propio Galán con tres días de anticipación, en todos los demás lugares había unos comités regionales y locales que organizaban, con el apoyo del aparato nacional de Bogotá, que entregaba la publicidad: afiches –el legendario afiche–, calcomanías, botones, documentos, etc.
Lo de Petro es bien distinto. Es suficiente con que la gente se entere que el candidato de Colombia Humana estará presente en una plaza, para que de manera espontánea tome la iniciativa: hace colectas, imprime pancartas, consigue conjuntos musicales, arma el combo y llega con ilusión, entusiasmo, esperanza y ganas de escucharlo.
¿Dónde está el secreto de Petro? El fundador de Colombia Humana sabe comunicarse con muchos actores sociales a la vez. La política en la acción –e incluso en la teoría– es por excelencia comunicación. La comunicación desempeña entre el hombre de acción política (Darío, Alejandro, Bolívar, Napoleón, Lenin, Mao, El Ché, Fidel Castro) y los actores sociales el papel que cumple el sistema nervioso entre el cerebro y el último punto del cuerpo humano. La comunicación es, pues, el sistema nervioso del accionar político: es lo que pone en contacto al líder con los actores sociales. Conecta al líder con las masas.
Petro, que conoce muy bien el país –sus gentes, sus recursos, su cambio climático, su corrupción y sus múltiples problemas– tiene la audacia de comunicar esos saberes y experiencias a los distintos actores que se mueven en nuestra sociedad. Los jóvenes son los primeros en captar el mensaje. Pero también los adultos, y por supuesto los adultos mayores, aquellos que todavía tienen el recuerdo –así sea de oídas– de Murillo Toro, de López Pumarejo, de Gaitán, de Galán, de Álvaro Gómez Hurtado: las voces antiguas como las llama Petro.
Si Petro gana en la primera vuelta, tendremos que decir que las plazas derrotaron las encuestas. Si no gana en la primera vuelta, es preciso hacer dos investigaciones. La primera, socio-antropológica para saber si las masas colombianas concurrieron a las plazas a ver a Petro por simple novelería. Y, la segunda, jurídico-probatoria para saber cómo le robaron las elecciones. A Rojas se las arrebataron de las manos el día en que Petro cumplió diez años.