Ahora empieza lo difícil. Enhorabuena la Corte Constitucional ordenó al Consejo Nacional Electoral reconocerle Personería Jurídica a Colombia Humana, el movimiento político con el que Gustavo Petro participó en las elecciones presidenciales de 2018. Decir que fue fácil obtener el aval del alto tribunal es una metáfora, porque todos sabemos que detrás de esa sentencia está una larga travesía de Petro, en el pasado remoto y en el actual acontecer.
En lo remoto, lleva más de cuarenta años, pues su militancia política comenzó 1977, cuando ingresó al M19 con el nombre de Andrés Aureliano. En los años ochenta fue personero y concejal de Zipaquirá, época en que participó activamente en la construcción del Barrio Bolívar 83, en las laderas noroccidentales de esa ciudad. Allí fue capturado en 1985 y conducido a Bogotá, donde fue encarcelado y torturado. Luego de recobrar la libertad, intervino en todo el proceso constituyente del 91.
Años después se desempeñó como represente a la Cámara y senador de la República, librando una lucha sin precedentes contra el paramilitarismo y la corrupción. ¡Memorables son aquellas semanas en que la Plaza de Bolívar estuvo llena! Fue cuando el procurador Ordóñez le quitó a Petro la credencial de alcalde de Bogotá. ¡Quién no recuerda esa epopeya!
Los hechos recientes que antecedieron al fallo de la Corte Constitucional tampoco fueron un asunto fácil. Se trata de toda la praxis política de 2018: vencedor en la consulta con Carlos Caicedo y luego airoso en la primera y segunda vueltas es lo que le permitió ostentar el estatus de senador de la República. Enseguida, una asamblea multitudinaria en la Plaza de Bolívar, redacción de estatutos y presentación de la documentación ante el Consejo Nacional Electoral, organismo que le negó la personería jurídica, porque como dice Petro, la «decisión la tomaron mis adversarios políticos». Es contra esa decisión que se instaura la tutela, cuyo cierre definitivo profirió la Corte en sentencia del jueves 16 septiembre.
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Sin embargo, digo que hasta ahí está lo fácil, no solo porque administrar la victoria es más difícil que administrar la derrota, sino por los retos que le esperan a Colombia Humana. La decisión de la Corte Constitucional no opera de manera automática. Una vez que la sentencia sea publicada debe ir con los demás requisitos al Consejo Nacional Electoral, para la obtención de personería jurídica.
Pero hay un detalle, en el que es preciso tener puesto el ojo avizor. La Corte advierte al Consejo Nacional Electoral que antes de expedir la personería jurídica «deberá verificar que no se otorguen duplicidad de garantías al mismo partido político, teniendo en cuenta la existencia a la fecha del partido político Colombia Humana-Unión Patriótica». Esto quiere decir que antes de llevar la documentación al Consejo Nacional Electoral el partido Colombia Humana-Unión Patriótica debe hacer una escisión y llegar ante el CNE solo como Colombia Humana, para evitar otro rechazo o al menos más dilaciones.
Superado el calvario de la tramitología viene la cuestión de los votos, primero para Congreso y luego para la Presidencia. Hace unos días circuló en las redes un mensaje que decía: «Yo soy uno de los 18 millones que votará por Petro en 2022».
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Teniendo en cuenta ese mensaje significaría que la votación en 2022 tendría que llegar a 36 millones de votos, fenómeno que no va a darse, porque revisadas las cifras electorales de 2018 y viendo las proyecciones para el 2022, se observa lo siguiente: en las últimas elecciones presidenciales la votación total fue de 19.511.168 votos, con una abstención del 46,62%.
Según la Registraduría el censo electoral para 2022 es de 38.611.342 ciudadanos. Si la explosión social que hemos visto a partir del 28 de abril de este año incide positivamente en las elecciones de 2022 —como es de esperarse—, la votación podría llegar al 65%, reduciéndose la abstención al 35%. Si eso es así, los resultados para las presidenciales serían de 25.097.372 sufragios. En ese caso, Petro no necesitaría 18 millones de votos para ser presidente de la República sino el doble de los obtenidos en 2018, es decir, un poco más de 16 millones de votos.
En suma, cada uno de quienes votamos por Petro en las elecciones pasadas tenemos que multiplicarnos por dos. Pero para tener una victoria holgada es mejor convencer a más de uno, como me escribe un amigo de Zipaquirá: «En 2018 en mi familia solo votamos por Petro seis personas. Hoy puedo asegurar que en casa sumo más de 20 personas, entre hijos y nueras».
Sin embargo, el reto de Colombia Humana no termina con la obtención de las mayorías en el Congreso (55/86) y con la presidencia de Petro. Debe nuclear el Pacto Histórico garantizando, no solo el éxito de su gobierno, sino jalonando tres o cuatro cuatrienios más, a fin de lograr las profundas transformaciones que requiere Colombia. De ahí que, darse una estructura sólida desde el primer momento, es el más agudo lance que debe asumir el partido Colombia Humana.