Ponencia en memoria de Teófilo Forero y el Paro Cívico de 1977, para el Tema 4 de la Asamblea Nacional por las reformas sociales, la paz y la unidad. Bogotá, septiembre 14 y 15/2024. 

Evocación

Hace cuarenta y siete años, el miércoles 14 de septiembre de 1977, desde antes del amanecer con Teófilo Forero ya estábamos atrincherados, en nuestra condición de miembros del Comité Central del Paro Cívico de Bogotá. Teófilo en representación de la clase obrera y yo con la vocería de los partidos y movimientos políticos alternativos. En otro lugar de la ciudad y a la misma hora, estaba blindado el Comité Central del Paro Cívico Nacional.

Introducción

En una investigación científica de ciencias sociales, antes de mirar las fuentes, los métodos y el trabajo de campo, hay que partir de dos cosas: el planteamiento del problema —que debe concluir con una pregunta clave—, y la hipótesis. Si no hay problema, no hay nada qué investigar y entonces, la investigación sobra. Si no hay hipótesis, la investigación no tiene futuro, porque si el investigador no ve en el horizonte una solución anticipada, esa investigación carece de vida. 

Con la ilusión de que el ejercicio en que estamos sea el trabajo de campo de una investigación científica de ciencias sociales, y no una reunión más, planteo un problema y formulo una hipótesis. Según el enunciado del Tema 4 el problema a resolver es: ¿Por qué no hay construcción y avances del movimiento social, político y de fuerzas alternativas…? Y la hipótesis implícita, en palabras simples es: mantener un gobierno progresista a partir del 7 de agosto de 2026. Digo gobierno y no poder, porque Petro ganó el gobierno, pero no el poder. Ganó la presidencia de la República y el derecho a nombrar ministros, directores de departamentos, superintendentes, embajadores, cónsules, notarios y a ejecutar algunas otras cosas. El poder real sigue en manos de un régimen que se ha consolidado a través de doscientos catorce años de historia. Hoy, el poder lo tienen los gremios económicos, los bancos, los hacendados, los medios de comunicación y toda suerte de mafias. También lo tiene la alta y mediana burocracia civil y militar, que a su vez, es fiel representante de ese régimen ultramontano y anquilosado. 

En suma, la hipótesis es elemental, de Perogrullo: se mantendrá el gobierno y, en el mejor de los casos, se alcanzarán fragmentos de poder solo si se dan tres cosas: 1ª. Si los 11 millones 300 mil ciudadanos que votamos por Petro percibimos un cambio real. 2ª. Si hay una rigurosa organización de las fuerzas progresistas. 3ª. Si esa organización es capaz de ayudar a generar un liderazgo que en fortaleza,  audacia y tesón en el trabajo político se parezca a Petro.  

Antecedentes 

En 2018 tuve temor de que Petro fuera presidente antes de tiempo, porque para la realización de su gobierno faltaban tres requisitos: un Congreso mayoritario comprometido con los ideales de cambio, un gabinete ministerial escogido sin afanes y un movimiento político estructurado, capaz de respaldar su cuatrienio y continuar un gobierno progresista, por tres o cuatro periodos más, a efecto de lograr los cambios profundos que Colombia requiere. 

Pasadas esas elecciones en las que Petro obtuvo más de 8 millones de votos, con la suficiente anticipación, en febrero de 2021, escribí la nota Ojo Petro a tres momentos. Esos tres momentos eran: buenas listas para Congreso, un gran gabinete para los cuatro años y un partido o movimiento político sólido. El acierto en esos tres momentos ha sido relativo. 

Del primer momento, hay que decir que, aunque no se logró la ecuación 55/86, que en su hora pedía Gustavo Bolívar, el Pacto Histórico alcanzó un enorme equipo. Sin embargo, pese a que hay destacadas y valiosas figuras, no todos los legisladores de ese gran colectivo han dado la talla que el sueño progresista y que las circunstancias políticas exigen. Se necesita más compromiso, más sacrificio, más formación y ponderación en sus miembros. 

En el segundo momento el desbalance ha sido más notorio y en ocasiones desastroso. No es necesario que todos los ministros y las personas que conforman el alto gobierno sean como Petro, porque todos los seres humanos somos absolutamente desiguales, sino que él y sus ministros, directores de departamento y jefes de oficina, embajadores y cónsules se entiendan en la diversidad de caracteres, y no levanten un incendio en el primer desencuentro, a los tres o cuatro meses de haber sido nombrados, porque eso resquebraja el gobierno más poderoso. Por eso, Petro en público les ha dicho que son tímidos, sin compromiso, desatentos del programa de gobierno y de las líneas que el presidente traza, etc. De ahí, que uno como ciudadano que ayudó a elegir el gobierno que los nombró, sienta vergüenza por muchos de ellos. 

El tercer momento —el más importante de los tres—, ha sido un desastre. No se ha articulado un movimiento o partido político sólido para acompañar al gobierno progresista de Petro y menos aún, para que asegure su continuidad   por tres o cuatro periodos más. En efecto, las luchas y los esfuerzos acumulados de generación en generación, durante nueve décadas —desde 1936—, no pueden reducirse a un cuatrienio que concluya el 7 de agosto de 2026. Colombia debe salir de la guerra, la corrupción, la mediocridad y la miseria para siempre, inaugurando una nueva época, que garantice paz, educación, salud, trabajo y ambiente sano para las actuales y venideras generaciones. Esos frutos no se logran sino con una estructura política vigorosa, coherente y estable. Si no es así, al país le ocurriría lo que le sucedió a Bogotá con el metro subterráneo: dos alcaldías alternativas —incluyendo la de Petro— lo dejaron estudiado, diseñado y con cierre financiero para iniciar la construcción, y vino Peñalosa y lo acabó.

(Lea también: Petro y la fuerza del cambio)

Desastre de las elecciones de 29 de octubre de 2023

Por la falta de organización en ese tercer momento, hubo el desastre de las elecciones territoriales en el 2023. Fue una estruendosa derrota en la que el progresismo perdió ocho millones de votos. Ahí están las cifras. Petro obtuvo en la segunda vuelta de 2022, 11.291.986 votos. El progresismo sacó en octubre de 2023, 3.066.838, mientras en su contra recibió 15.627.249. En coalición con otras fuerzas los partidos afines al gobierno Petro obtuvieron 5.580.467 votos, y sus oponentes 13.125.467 votos. 

Aunque se pretenda ocultar esa derrota monumental con varios distractores, las cifras son las que hablan. Decir que «avanzamos» o que las ganancias con relación a las elecciones territoriales de 2019 son enormes, es desconocer la realidad. Se oculta que en 2019 el presidente no era Petro, sino Duque, por lo que esa comparación tampoco es válida.

¿Cómo superar esa derrota y prepararnos para el 2026?      

Para decirlo con muy pocas palabras, con las de Hesíodo: «Trabajo sobre trabajo trabaja». Al parecer el poder los embotó a todos: legisladores y funcionarios del Pacto Histórico. Salvo contadas excepciones, los demás están afectados por dos síndromes: la pérdida del celular y la camioneta cuatro por cuatro. Jamás volvieron a contestarle a sus antiguos amigos y mucho menos a los electores rasos.  

No es suficiente que vía X o WhatsApp se le dé órdenes a la militancia y se convoque a nuevos miembros. Conviene saber cuántos de los 11 millones 300 mil votantes de Petro en 2022 se consideran del Pacto Histórico, y qué piensa decirle la cúpula del PH a esos militantes. No es suficiente alimentarles su estado emocional, diciéndoles que tienen presidente de la República, porque el hambre física e intelectual no se alimentan de simples emociones.

Las directivas, los legisladores y funcionarios del Pacto Histórico tienen que convertirse en verdaderos formadores de cuadros. Los discursos de las campañas presidenciales de Petro emocionaron, fascinaron y sedujeron a un electorado ansioso de cambio. Esos millones de electores están esperando organización y debate. No se puede tirar línea desde la cúpula, exigir una organización horizontal y dejar a su suerte a los electores, allá en los poblados, en las veredas o en los barrios periféricos de las grandes ciudades, sin siquiera contestarles el teléfono. Entre más horizontal sea la organización, más debate y formación de cuadros se necesita. 

Propuestas 

De manera concreta proponemos:

1º. Interiorizar y materializar el antiguo y profundo contenido político y social que encierran estas dos palabras: Pacto Histórico. Tenemos que explotarlo y hacerlo valer. Quien primero habló de pacto social fue Platón en la República y luego amplió su teoría en el Político y las Leyes. Miles de años después lo hicieron Hobbes, Locke, Montesquieu y Rousseau.

2º. Cuidar el lenguaje, tanto en el trabajo cotidiano (Congreso, despachos oficiales del gobierno), como en los medios y en la redes. Otra vez volvemos a Platón. Quien primero se refirió al lenguaje y al problema del conocimiento fue el pensador ateniense. Lo hizo en seis diálogos. Y, apenas al finalizar el siglo xx lo hizo Noam Chomsky.

3º. Ante todo, trabajar en las bases. Cada dignatario, legislador y funcionario debe convertirse en un líder que jalone el trabajo con el pueblo: aprender de él, nutrirse de su sabiduría y convertirse en un cuadro comprometido, al tiempo que le aporta algo a ese pueblo: la organización y el acompañamiento en sus problemas cotidianos. 

4º. Un buen ejercicio de trabajo y unidad consiste en asimilar e interiorizar el discurso del presidente Petro del 17 de agosto de 2024, en el marco de la Segunda Asamblea de Colombia Humana. Si esa asamblea y ese discurso hubieran ocurrido un mes antes de posesionarse como presidente de la República, con orientación e instrucciones precisas, no habría ocurrido el descalabro en las elecciones territoriales de 2023. Reconocer que el Pacto Histórico, y su principal partido, Colombia Humana, estuvieron al garete durante dos años, es parte de la autocrítica que debemos hacernos. 

 Dos años después nos hacemos la misma pregunta que nos hicimos dos semanas antes del 7 de agosto de 2022. ¿En manos de quién quedó Colombia Humana, si su Presidente y Secretaria General, ese día ocuparon, en su orden, la Jefatura del Estado y el Ministerio de Ambiente? 

Muchos temas hay en ese discurso de hora y diez minutos, del 17 de agosto de 2024. Solo me limito a mencionar dos: 1º. Sobre la unidad dijo: «Si este movimiento se va al sectarismo y a la egolatría yo me retiro». 2º. Sobre la organización dijo: «Yo no soy hombre de partido». 

Al trabajo en las bases ya me referí en la propuesta de esta ponencia. 

Con relación a la manifestación de Petro, en el sentido de que no es hombre de partido, debemos decir que el momento, es como el propio Presidente dijo en ese discurso, tan crucial y determinante, que todos —mujeres y hombres, jóvenes y adultos— los que estamos en esta Asamblea y quienes somos del Pacto Histórico, tenemos que ser personas de partido las veinticuatro horas del día, siete días a la semana, con militancia activa y cotizante, si pretendemos ganar las elecciones en el 2026.     

Firmado:

 

Rafael Ballén. Celular: 3112310919.

Correo: rafaballen@gmail.com