Dijeron los firmantes de un aviso el domingo 21 de junio de 2020 —el año del Covid-19 y de muchas otras pandemias—, en una página impar completa del periódico El Tiempo. Hace dos años, cuando la Corte Suprema llamó a indagatoria a Uribe, un domingo de agosto, pagaron una publicación mil cincuenta y siete “ciudadanos colombianos”, en todos los diarios del país. Ahora, en 2020, disminuyó un poco el número de firmantes, únicamente mil, y la publicación solo se hizo en el diario de Bogotá, hasta donde va mi información. En ese momento la citación a indagatoria les pareció un exabrupto a muchos periodistas, a personas de cierta relevancia en la sociedad y activistas de las redes sociales.
Entonces, Saúl Hernández Bolívar dijo que llamar a indagatoria a Uribe era una osadía: “El clima de concordia y reconciliación que quiere promover el presidente Duque se irá a pique si los honorables magistrados incurren en la osadía de dictarle medida de detención preventiva al expresidente Uribe”. Así que podría concluirse que la única manera de que hubiera concordia nacional, era asegurándole la impunidad al senador Uribe. Esa vez los firmantes dijeron: “Él es un hombre de dimensión histórica, por su rectitud, su interés en hablar siempre con la verdad y su espíritu combativo, virtudes que lo enaltecen y que el país debe agradecer”.
Ahora, dos años después, pareciera que los respaldos y los entusiasmos por el senador Uribe se hallan en caída libre, porque ante la nueva citación que le hace la Corte Suprema para que declare sobre sus vínculos con el polémico señor Guillermo “el Ñeñe” Hernández, asesinado el 2 de mayo de este año en Brasil, ya no lloriquearon tantos periodistas ni figuras importantes de la política y de los gremios económicos. El mismo tono del aviso es menos altisonante y alharaquiento. Es como si los firmantes le debieran algo a Uribe y no quisieran pasar desapercibidos ante él.
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El aviso lo encabeza un cuadrito azul, ubicado en el ángulo superior derecho de la página impar del diario —localización correcta en materia de simbología: azul y en la extrema derecha—. El cuadrito contiene el mensaje central, con signo de admiración, mayúsculas sostenidas y todo: ¡USTED NO ESTÁ SOLO! Claro, el aviso para ser más realista debió decir: ¡USTED NO ACTUÓ SOLO! En efecto, nadie para hacer tantas maldades durante más de cuarenta años, puede actuar solo. Eso ni el Irlandés —el protagonista de la película que recrea las andanzas de la mafia estadounidense de los años setenta—, que se preciaba en pintar las casas sin el apoyo de nadie. En el caso del expresidente y senador Uribe el listado de sus ayudantes es larguísimo: basta leer la relación de quienes han sido sentenciados, están en la cárcel, ya pagaron sus condenas o se hallan prófugos de la justicia.
Volviendo a la publicación del domingo 21 de junio, debajo del cuadrito azul, una parte del aviso nos recuerda, en azul intenso, “la seguridad democrática, la cohesión social y la confianza inversionista˝, y, agrega, luego: “Las pruebas estuvieron a la vista de todos en sus ocho años de mandato”. La parte del aviso que se refiere a las pruebas tampoco miente, pues ahí están las fosas comunes con los cadáveres de más de cinco mil falsos positivos. Pero el contenido del aviso, aquí también se quedó corto, pues las pruebas que muchos tribunales conocen no son únicamente de los ocho años de la presidencia de Uribe, sino de más de cuarenta años de su vida pública.
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Lo que extrañan muchos colombianos, es que, sin actuar solo, y habiendo tantas pruebas a la vista durante tanto tiempo, aquellos que ejecutaron sus órdenes —sus ministros, sus generales, sus directores de departamento, sus embajadores, sus gobernadores— hayan sido condenados mientras que el expresidente Uribe siga libre, dando lecciones de moral y señalando que los que se aliaron con el paramilitarismo para delinquir fueron otros.
En la parte final del aviso, antes de las firmas, el texto dice: “Le pedimos a Dios que lo proteja para que nos acompañe muchos años más, para bien de su familia y la patria colombiana”. Es también lo que desean los colombianos que no son incondicionales del expresidente: que Uribe dure muchos años, con muy buena salud, y ante todo que tenga perfecta lucidez y conciencia, el día —que ojalá no sea lejano—, en que algún tribunal nacional o extranjero se atreva a sentenciarlo, con base en el acervo probatorio que reposa en sus escritorios y anaqueles.
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