El 2018 no es un año cualquiera. Aunque cada cuatro años hay elecciones legislativas y presidenciales, las de este año serán diferentes.

Por vez primera en la Historia de Colombia hay dos alternativas de gobierno diferentes. Por una parte, está el establecimiento que ha gobernado durante más de dos siglos. Por la otra, una posible convergencia democrática de centro-izquierda.

Para el 2018, el establecimiento se presenta con una baraja muy diversa de actores: Uribe, Fajardo, Ordóñez, Martha Lucía Ramírez, Germán Vargas y Humberto de la Calle.

Todos, a excepción de Humberto de la Calle, pretenden desconocer los acuerdos firmados entre el Estado y la guerrilla de las Farc. De la Calle se debate entre la ética del caballero que debe cumplir la palabra empeñada y la perfidia del establecimiento al que él pertenece.

El dilema de De la Calle es mortal, porque ética y perfidia son dos categorías irreconciliables. ¿Cuál de estas dos pesarán más en su conciencia? Lo sabremos en unos días.

De la Calle sabe, como lo sabemos todos los colombianos, que los principios éticos le garantizan al menos dos cosas: coherencia política ante la Historia y posibilidad real de que él o uno de sus aliados pase a segunda vuelta.

Es esta la segunda alternativa que se halla en juego en las elecciones de este año. O, esta coalición llega al gobierno y avanza hacia una opción de poder, por primera vez en la Historia de Colombia, o el sector feudal y ultramontano, que siempre ha estado ahí, se afianza y se consolida por otros doscientos años.

Los sectores políticos de centro-izquierda, representados por sus más genuinos voceros, le hicieron la invitación formal a Humberto De la Calle, a que participe el 11 de marzo en una consulta interpartidista, para escoger candidato único.

Aunque el Partido Liberal comunicó a las autoridades electorales su intención de ir a una consulta interpartidista, De la Calle, todavía denota cierta timidez o prudencia a juntarse con la izquierda.

Los diversos sectores de la izquierda tuvieron el tiempo suficiente para dialogar y ponerse de acuerdo en un solo candidato. Ese fue el propósito de mi Carta sin sobre a los Inconformes de Colombia (agosto de 2016).

Pero las distintas vertientes de la izquierda perdieron mucho tiempo, se regodearon demasiado y dieron muestras de absoluta sobradez. Y, vino la incoherencia del Moir: conducir el Polo al corazón del establecimiento.

Al final, al filo del tiempo límite, se impuso la sensatez de Clara López,  Petro, Up, Mais, Asi y Carlos Caicedo y dieron un primer paso: listas unificadas al Congreso  de la República. Luego, un segundo paso: consulta interpartidista el 11 marzo.

Si la sensatez se mantiene y De la Calle le mete ganas, esta coalición tendrá la posibilidad de pasar a segunda vuelta o decidir cuál de los más conspicuos voceros del establecimiento ha de continuar gobernando. En este último caso, las élites seculares no podrán gobernar solas. Tendrán que hacerlo con la coalición de centro-izquierda.